¿Existen
límites definidos entre filosofía política, teoría política, ideología
política, discurso político, prácticas políticas?
Históricamente
la diferencia fundamental entre filosofía y filosofía política, es un problema de especialización y no de
método o de temperamento. La filosofía se diferencia de otros métodos de
extraer verdades porque pretende referirse a verdades públicamente alcanzadas y demostrables. Una de las cualidades
esenciales de lo político es su relación con lo "público". La íntima
conexión existente entre instituciones políticas e intereses públicos ha sido
incorporada a la práctica de los filósofos; la filosofía política como una reflexión sobre
cuestiones que preocupan a la comunidad en su conjunto, como por ejemplo:
Existe
un amplio consenso sobre la importancia histórica de los argumentos Lockeanos
acerca de la sociedad, los individuos y el orden político de su tiempo. En el
Segundo Tratado del Gobierno Civil, despliega una fuerza explicativa
significativa cuando se la enmarca en el contexto de la decadencia de las
instituciones feudales inglesas y, con mayor precisión, de la virulenta
oposición política de la alta burguesía frente a las pretensiones absolutistas
de la Corona. (Guiñazú, 2015)
Ahora
bien, el objeto de estudio de la
filosofía política tiene ciertos temas problemáticos: relaciones de poder,
autoridad, conflicto social, acción política y el carácter del conocimiento político.
Los filósofos experimentan problemas para circunscribir a un objeto de
estudio, primero porque una institución política se halla expuesta a
influencias de tipo no político, desconcertante
para explicar dónde empieza y termina lo político, segundo utilizar para
describir fenómenos no políticos las mismas palabras y conceptos cuando hablan de asuntos políticos.
El
campo de lo político puede ser considerado como ámbito cuyos límites han sido
establecidos a lo largo de los siglos de discusión y construcción política. Los filósofos
políticos no pueden llamar a lo que quieran “política”, dado que las prácticas y los ordenamientos
institucionales proporcionan los datos.
Si bien es cierto que las ideas y categorías que emplean en el análisis
político no son del mismo orden que los hechos institucionales, representan un
elemento agregado creado por el teórico político. Conceptos como: poder,
autoridad, consenso, y demás no son cosas reales, pero tienen como función
volver significativo los hechos políticos, con fines de análisis, crítica o justificación.
Como lo expresa Guiñazú, “La búsqueda por
recrear un universo simbólico capaz de generar nuevos significados que hagan
aceptable la vida humana” (Guiñazú, 2015)
Cuando
los significados se vuelven más o menos
estables, llevan a tener en cuenta
determinados factores para comprender una situación política o emitir un juicio
acerca de ella. Los conceptos y categorías ayudan a deducir conexiones entre
los fenómenos políticos; introducen algún orden donde hay caos; median entre
nosotros y lo político que se procura hacer inteligible, crean una zona de
conocimiento determinado, separan los fenómenos pertinentes y los que no son.
Los
límites y la esencia del objeto de estudio de la filosofía política están determinados, en gran medida,
por las prácticas de las sociedades, que son
los procesos institucionalizados y procedimientos establecidos que se
emplean habitualmente para resolver asuntos públicos, cumplen la función
fundamental en cuanto a ordenar y a dirigir la conducta humana y a determinar
el carácter de los sucesos que influirán
en los intereses y objetivos sociales. Las actividades pasan a ser políticas y las
instituciones políticas definen el espacio político, el lugar donde estas
fuerzas de la sociedad se relacionan.
Además definen el tiempo político de la decisión. Expresa Wolin:
Las
instituciones políticas proporcionan las relaciones internas entre las cosas o
fenómenos de la naturaleza política, que la filosofía política trata de
formular enunciados significativos respecto de esas cosas. En otras palabras
las instituciones dan coherencia previa a los fenómenos políticos: de ahí que
cuando el filósofo político reflexiona acerca de la sociedad no se encuentra
ante un torbellino de sucesos o actividades inconexos que se precipitan a
través de un vacío democriteano sino ante fenómenos ya dotados de coherencia e interrelaciones.
(Wolin 1960:17)
En
tiempos de crisis, el filósofo
político ya no crítica ni interpreta, reconstruye el mundo de significados desarticulados. La
preocupación por el orden ha conducido los fines y propósitos adecuados para una sociedad política. Además
público, común y general, se han vuelto por tradición sinónimos de lo político.
La filosofía política hace compatible la política con las exigencias
del orden, con un lenguaje teórico peculiar objetado por la jerarquización
académica por la falta empírica de las observaciones. Si bien estas generalizaciones no permiten predicciones,
los teóricos se han preocupado por prevenir más que por predecir, utilizando conceptos como: desorden, revolución,
conflicto, inestabilidad, apoyados en la “explicación“, que emplea significados
menos precisos que los adecuados para una discusión rigurosa para darle sentido
a la teoría. Teoría política que pronostica desastres, procura enunciar las condiciones
necesarias y suficientes para lograr fines buenos o deseables.
Por
más que el teórico emplea palabras
comunes, sus significados pueden no serlo, ningún concepto es idéntico a la
experiencia, pero no del todo separado de ella. El vocabulario teórico es
producto de los teóricos que en estructuras de significados de conceptos
políticos y una tensión entre ideas filosóficas y políticas, quieren alcanzar un carácter global, tomando
tiempo y espacio, realidad y energía, relacionado al mundo de los fenómenos
políticos (La metafísica política).
En
este sentido la filosofía política es una forma de ver los fenómenos políticos que
depende de la visión del observador, (visión como acto de percepción, descripción
de un objeto o suceso). En la visión estética o religiosa predomina lo
imaginativo, mientras la visión objetiva (científica) subestima el papel de la
imaginación o la fantasía que ayudan: a percibir mejor las cosas políticas,
comprender un mundo que jamás puede conocer de manera íntima, manejar más
eficazmente materiales en las construcciones teóricas científicas, aunque el
hombre de ciencia (cronista experto), ofrece una información textual sobre la
realidad.
El
impulso arquitectónico también proporciona diferente dimensiones a la filosofía
política: dimensiones de belleza, estética, verdad religiosa, tiempo histórico,
exactitud científica y progreso económico. Todas ellas poseen carácter de
futuro o son una proyección del orden político a una época venidera. Pero toda
filosofía política por más refinada o variadas que sean sus categorías representa
una perspectiva necesariamente limitada a partir de la cual contempla los
fenómenos de índole política.
En
el acto de filosofar, el teórico interviene en un debate cuyos términos ya han
sido establecidos, muchos filósofos se han ocupado de reunir y sistematizar las
palabras y conceptos del discurso político. Con el tiempo, este material, ha
sido transmitido como legado cultural, enseñado, discutido, examinado y hasta modificado. Este cuerpo de conocimiento
heredado obra como agente conservador dentro de la teoría de un determinado filósofo,
preservando la comprensión, experiencia y refinamiento del pasado y obligando a
quienes desean tomar parte en el dialogo político occidental a someterse
a ciertas reglas y usos.
La
experiencia política también modifica las categorías de la filosofía política,
dos teóricos en distinto tiempo utilizan los mismos conceptos pero expresan
cosas diferentes, cada filosofo se ocupa de un problema que considera vital de
su tiempo, no se preocupa exclusivamente por el pasado o el futuro, contribuye
al dialogo continuo de la filosofía política occidental, incluso atacando a
otro pensador muerto, refutando sus ideas del pasado. Es imposible que el filósofo
no impregne su propio pensamiento de ideas y situaciones, como por ejemplo
Locke que ha contribuido al teórico político con métodos de análisis y
criterios de evaluación, además de tomar
la búsqueda básica del conocimiento sistemático, porque puede influir en
los problemas de su sociedad donde elige una determinada red conceptual
(Ideología). En definitiva el pasado es recuperado constantemente, lo heredado
destinado a lo nuevo, llevando al pensamiento político occidental a dos tendencias contradictorias: hacia el regreso infinito al pasado y hacia la acumulación
y de acuerdo con Wolin: “Lo que importa es la continuidad de las preocupaciones, no la
unanimidad de las respuestas” (Wolin, 1960) .
En el prefacio de la Contribución a la crítica de la economía política Marx afirma: “No
es la conciencia del hombre la que determina su ser sino, por el contrario, es
su ser social el que determina su conciencia”. Reflexione sobre esta afirmación
utilizando el esquema analítico desarrollado en el Manifiesto Comunista y apoyándose en los argumentos de E. Hobsbawm.
El manifiesto comunista fue publicado en febrero de 1848 por Marx y
Engels, aunque dirá Hobsbawn, que fue
escrito sin ninguna duda por Marx, con
una visión de un capitalismo triunfando pero no estable y con un núcleo, que era la demostración del
desarrollo histórico de las sociedades y en especial la sociedad burguesa, que es la contemporánea al
manifiesto.
En este panfleto, texto unitario
más influyente de la historia, que predice como el mundo iba a ser transformado
por el capitalismo, en el título
“Burgueses y Proletariados”, Marx comienza diciendo:
La historia de toda
sociedad hasta nuestros días no ha sido sino la historia de las luchas de
clases. Hombres libres y esclavos, patricios y plebeyos, nobles y siervos,
maestros jurados y compañeros; en una palabra, opresores y oprimidos, en lucha
constante, mantuvieron una guerra ininterrumpida, ya abierta, ya disimulada;
una guerra que termina siempre, bien por una transformación revolucionaria de
la sociedad, bien por la destrucción de las dos clases antagónicas. En las
primitivas épocas históricas comprobamos por todas partes una división
jerárquica de la sociedad, una escala gradual de condiciones sociales. (Karl Marx, 2000)
Ahora bien, en toda la historia
siempre existieron divisiones sociales,
opresores: quienes tienen los medios de producción, los oprimidos: quienes no tienen los medios de producción. Marx con una
concepción materialista de la historia, en el
manifiesto comunista analiza el periodo de la historia donde la burguesía había reemplazado a sus
predecesoras, producto de un largo periodo de revoluciones. Burguesía que simplificó los antagonismos a un binomio
social (Burgueses y Proletariado), además de
sustituir las viejas formas de opresión con nuevas formas de opresión,
logrando impactar y convertir al capitalismo en el nuevo sistema mundial
económico.
Esta burguesía expresa el manifiesto:
Ha ejercido
una acción esencialmente revolucionaria. Allí donde ha conquistado el
Poder ha pisoteado las relaciones feudales, patriarcales e idílicas. Todas las
ligaduras multicolores que unían el hombre feudal a sus superiores naturales
las ha quebrantado sin piedad para no dejar subsistir otro vínculo entre hombre
y hombre que el frío interés, el duro pago al contado. Ha ahogado el éxtasis religioso, el
entusiasmo caballeresco, el sentimentalismo del pequeño burgués en las aguas
heladas del cálculo egoísta. Ha hecho de la dignidad personal un simple valor
de cambio. Ha sustituido las numerosas libertades, tan dolorosamente
conquistadas, con la única e implacable libertad de comercio. En una palabra,
en lugar de la explotación velada por ilusiones religiosas y políticas, ha
establecido una explotación abierta, directa, brutal y descarada. La
burguesía ha despojado de su aureola a todas las profesiones hasta entonces
reputadas de venerables y veneradas. Del médico, del jurisconsulto, del
sacerdote, del poeta, del sabio, ha hecho trabajadores asalariados. La
burguesía ha desgarrado el velo de sentimentalidad que encubría las relaciones
de familia y las ha reducido a simples relaciones de dinero. La burguesía ha
demostrado cómo la brutal manifestación de la fuerza en la Edad Media, tan admirada
por la reacción, encuentra su complemento natural en la más lamentable pereza; pero
es también la que primero ha probado lo que puede realizar la actividad humana:
ha creado maravillas muy superiores a 1as pirámides egipcias, a los acueductos
romanos y a las catedrales góticas, y ha dirigido expediciones superiores a las
invasiones y a las Cruzadas. La burguesía no existe sino a condición de revolucionar
incesantemente los instrumentos de trabajo, es decir, todas las relaciones
sociales. (Karl Marx, 2000)
En este contexto, en tanto ser social y si la conciencia es determinada por las condiciones
materiales, el ser humano o el hombre es
esencialmente productor, porque debe producir para satisfacer sus necesidades
materiales (comida, vestimenta, etc). Al producir vida (su prole) crea nuevas necesidades materiales o de
producción y necesidades sociales. Por lo tanto, la vida material
condiciona o determina nuestra la vida social, debido a la explicación, de que los fenómenos sociales van de la
producción material hacia las formas sociales; de lo material a las formas de
conciencia. Las ideas, la moral, la religión y la cultura que dominan a la sociedad son propias e
impuestas por la clase dominante.
Se expresa en el manifiesto
comunista:
Las
ideas dominantes en una época no han sido nunca más que las ideas de la clase
dominante. Cuando se habla de ideas que revolucionan totalmente una sociedad se
enuncia solamente el hecho de que en el seno de la vieja sociedad los elementos
de una nueva se han formado y que la disolución de las viejas ideas marcha a la
par con la disolución de las antiguas relaciones sociales(…)Vuestras mismas
ideas son producto de las relaciones de producción y de propiedad burguesas,
como vuestro derecho no es sino la voluntad de vuestra clase erigida en ley;
voluntad cuyo contenido está determinado por las condiciones materiales de
existencia de vuestra clase. (…) La condición esencial de existencia y de supremacía para la clase
burguesa es la acumulación de riqueza en
manos de particulares, la formación y el acrecentamiento del capital; la
condición de existencia del capital es el salariado, que reposa exclusivamente sobre
la competencia de los obreros entre sí. El capital no es, pues, una fuerza
personal; es una fuerza social. (Karl Marx, 2000)
En esta relación que no es
mecánica, sino más bien dialéctica, el burgués (opresor) y el proletariado (oprimido), se encuentran
condicionados por su entorno social con
respecto al acceso y el uso de los medios de producción. Como las viejas formas
de producir ya no eran satisfactorias,
ni para los nuevos mercados,
necesitados de productos manufacturados,
ni para la creciente industria y tampoco para la división de trabajo, la
burguesía como versa el párrafo más arriba cambió las reglas de juego, y creó
la nueva conciencia social entorno al trabajo asalariado.
El proletariado asalariado inserto en esta
relación dialéctica, ahora se encuentra
dentro de este nuevo sistema mundial con
el único valor de cambio que es su fuerza de trabajo, que le permitirá tener
las condiciones básicas para seguir vivo en su mísera existencia y reproducirse
para así perpetuar su raza. Como dice
Hobsbawn (S/f) citando a Marx, “No
tienen nada que perder salvos sus cadenas, tienen un mundo por ganar”(pag120).
Por lo cual puede que la desaparición de la cultura de su clase
significa para él la desaparición de toda cultura. La cultura cuya pérdida deplora no es para la
inmensa mayoría sino la adaptación al papel del nuevo hombre industrial
asalariado, mientras la burguesía, que tiene
los medios de producción, representa
el mundo en que ella domina, como el
mejor mundo de los mundos posibles.
En tanto oprimido, el
proletariado dice Hobsbawn:
El objetivo del
comunismo, adoptado antes de que Marx se hiciera martxista, no procedía del
análisis de la naturaleza y el desarrollo capitalismo, sino un argumento
filosófico, escatológico acerca de la naturaleza y el destino humano. La idea
Fundamental para Marx a partir de entonces, de que el proletariado era una
clase que no podía librarse a sí misma sin liberar al mismo tiempo a la
sociedad en su conjunto. (Hobsbawm, s/f)
Esta nueva visión del hombre
asalariado, obreros, se ven obligados a
venderse diariamente, son una mercancía como cualquier artículo de comercio;
sufren, por consecuencia, todas las vicisitudes de la competencia, todas las
fluctuaciones del mercado. El movimiento proletario es el movimiento espontáneo
de la inmensa mayoría en provecho de la inmensa mayoría. El proletariado, capa
inferior de la sociedad de ese tiempo, no puede sublevarse, enderezarse, sin
hacer saltar todas las capas superpuestas que constituyen la sociedad oficial.
A
lo largo del manifiesto Marx y Engels cuentan el impacto de la sociedad
burguesa y como ésta transformó el mundo, y como las condiciones materiales determinan
nuestras conciencias, dicen que:
No
tiene nada de asombroso que la
conciencia social de todas las edades a despecho de toda divergencia y de toda
diversidad, se haya siempre movido dentro de ciertas formas comunes; formas de
conciencia que no se disolverán completamente sino la definitiva desaparición
del antagonismo de las clases. Si el proletariado, en su lucha contra la
burguesía, se constituye fuertemente en clase; si se erige por una revolución
en clase directora y como clase directora destruye violentamente las antiguas
relaciones de producción, destruye al mismo tiempo que estas relaciones de
producción las condiciones de existencia del antagonismo de las clases,
destruye las clases en general y, por lo tanto, su propia dominación como
clase.
A modo de conclusión, nuestro ser
social es condicionado por nuestras condiciones materiales, aún en la
actualidad y a más de 150 años de que el
manifiesto comunista fue escrito, en
nuestro mundo actual altamente globalizado y capitalista, la división de las clases sociales está
dada por el ingreso del salario y el nivel de consumo de las personas. Si bien Marx predijo, los
proletariados serían los que, por
encontrarse en esa relación dialéctica en desventaja, cambiarían este sistema de cosas, aunque esto no
se cumplió, y si así ocurriese la nueva
clase dominante, impondrá su modo de producción, su modo de acceso a los bienes
materiales y por lo tanto también una
nueva conciencia, un nuevo modo de ser social.
Bibliografía
Guiñazú, M. C. (2015). Los usos de Friedman:
estrategias lockeanas en la refundación neoliberal. Miriada, 91-120.
Hobsbawm, E. (s/f). Como Cambiar el Mundo- Marx y
el Marxismo 1840- 2011. Barcelona: Crítica .
Karl Marx, F. E. (2000). Manifiesto Comunista.
Buenos Aires: elaleph.com.
Wolin, S. (1960). Política y perspectiva-
Continuidad y cambio en el pensamiento político occidental. Buenos Aires:
Amorrortu Editores.
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